Teargas & Plateglass regresan con unos metafóricos minutos de sencilla y deslucida música, melodías abstractas incluídas en largos mensajes nanotécnicos.
Vislumbrando, allí a lo lejos, un lejano horizonte equilibrado en el ciberespacio, un futuro frío y quasi-anampático consumido por la electrónica globalizada. Un mañana vacío y hueco sobre una base electrónica al servicio del hombre, meciendole en una canción eterna de cuna: unos zánganos, hartos de pensar, de meditar, de vivir, y morir; aquel valle emocional es ahora un camino de vuelta, en el cual sólo un día será necesario para alcanzar su lejano final. En la frontera donde lo humano contácta con lo artificial, realidad virtual construida de elementos músicales, alojada en atmósferas victorianas, de olores orientales capaces de atravesar un mar de punta a punta. Olores secos a jazmín, comino, almendra, amapola, melaza, humo, whisky, tinta de impresora, crudo, nitratos, cobre, silicio, cables, chips... bienvenidos a la defomarción atmosférica de la realidad...
Vislumbrando, allí a lo lejos, un lejano horizonte equilibrado en el ciberespacio, un futuro frío y quasi-anampático consumido por la electrónica globalizada. Un mañana vacío y hueco sobre una base electrónica al servicio del hombre, meciendole en una canción eterna de cuna: unos zánganos, hartos de pensar, de meditar, de vivir, y morir; aquel valle emocional es ahora un camino de vuelta, en el cual sólo un día será necesario para alcanzar su lejano final. En la frontera donde lo humano contácta con lo artificial, realidad virtual construida de elementos músicales, alojada en atmósferas victorianas, de olores orientales capaces de atravesar un mar de punta a punta. Olores secos a jazmín, comino, almendra, amapola, melaza, humo, whisky, tinta de impresora, crudo, nitratos, cobre, silicio, cables, chips... bienvenidos a la defomarción atmosférica de la realidad...
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